¿Conoces la tradición catalana del Tió de Nadal? ¿Lo celebras? ¿Ta has planteado alguna vez su sentido? A mí me encanta y por eso descubrí otra manera de celebrar el “cagatió” dándole un significado simbólico, profundo, y rescatando algunas tradiciones para alejarme un poco del consumismo.
Si llegas a este post sin haber pasado por la introducción, te dejo el link por sí quieres ponerte en contexto. Fiestas y tradiciones: La verdad no se pierde diciendo la verdad a nuestros hijos. El tercer componente de esta serie de artículos es Celebrar Navidad con sentido – más allá del cristianismo y del consumismo si te apetece seguir leyendo.
La tradición más absurda y divertida que he conocido: el Tió de Nadal
Cuando llegué a Catalunya, hace casi 10 años, no tenia ni idea de los tesoros de tradiciones que albergaba. No conocía els castellers, ni els gegants, ni el caganer, ni el Tió… De hecho, como muchos que venimos de fuera, lo único que conocía y que me atraía mágicamente era Barcelona.
Llegué en enero, así que tuve que esperar casi un año antes de que me pusieran al corriente de la que vino a ser la tradición más absurda y divertida que había escuchado nunca: hacer cagar el Tió.
¿Qué es el Tió de Nadal y como se celebra actualmente?
En Cataluña, por épocas navideñas, los mercados y las tiendas se llenan de un ser muy curioso: un tronco un árbol, casi siempre de alcornoque, adornado con dos patitas, una barretina – el gorro tradicional catalán – y una cara muy risueña. “¿Qué es esto?” Pregunté a mi novio de aquella época… y entonces me explicó…
Aquí en Cataluña, hay una tradición. Compramos un Tió – los que viven en el campo lo van a buscar al bosque – y lo cuidamos durante unas semanas, hasta la Nochebuena. Se le pone una manta para que no tenga frio, y los niños le dan de comer cada día. Come fruta, frutos secos, o restos de nuestra comida. El día 24 o 25, toda la familia se reúne alrededor del Tió, cantamos canciones y le picamos con un bastón. Y mágicamente aparecen chuches y pequeños regalos debajo de la manta. Resulta que esos regalos son la caca del Tió. Se repiten las canciones y cada vez que se levanta la manta, hay más regalitos. Hasta que solo se encuentre carbón. O un huevo. Eso significa que ya ha acabado, que no queda nada para cagar.
“¿Cómo?” no me podía creer lo que escuchaba y me partí de risa. “¡Sí que sois raros los catalanes!”
¿Los regalos son la caca? ¿Se pega a un ser mágico para que cague?
Eso era muy diferente de lo que conocía yo cómo tradición navideña. En mi casa siempre había sido el niño Jesús en forma de ángel que traía los regalos. Navidad era una época pura, llena de luz y amor. Se hablaba del Cielo, de ángeles, del paraíso, del amor universal… La tradición del Tió me chocó, me despertó emociones controvertidas – ¿pegar a alguien para obtener beneficios? – y a la vez, me gustó.
Hay algo muy terrenal en esta tradición. Algo que me hace conectar con lo originario, con los ancestros, mis raíces, la naturaleza…
Investigando y preguntando, entendí el origen de esta tradición, y como se celebraba antes de la era del consumismo, e incluso antes del cristianismo…
La tradición original que envuelve al Tió de Nadal
Viene a ser que esta tradición se remonta a tiempos precristianos – ¡ahora entiendo porque me gusta! – , a las celebraciones del solsticio de invierno y al culto de los ancestros.
Originalmente era un tronco muy grande que quemaba en el fuego. Tenía que quemar durante tres días y con él se celebraba la llegada de la luz, así como la despedida del tiempo de oscuridad. Regalaba calor y luz en la época más oscura y fría del año. El humo que se producía quemándolo era una vía de comunicación con los ancestros. El acto de pegarle con un bastón originalmente era un acto simbólico para despertar la naturaleza, para dar inicio a la época de luz y despedir la oscuridad.
Esta tradición tiene sus orígenes en las tribus germánicas del norte de Europa, y con la llegada del cristianismo fue adaptada y cambiada por la iglesia católica e integrada en los ritos navideños. Así este acto tan cargado de significado se transforma en una fiesta infantil divertida.
A partir de entonces, se iba a buscar un tronco grande al bosque en el inicio de la época de adviento. Los niños y niñas le cuidaban y daban de comer. El tronco no tenía cara, ni patas, ni barretina. Tenía un agujero escondido, o era hueco (de allí salían los dulces para los niños).
En Nochebuena la familia se reunía a su alrededor para cantar y darle toques de bastón. Los regalos que cagaba el Tió eran cosa pequeñas, como dulces, figuras para el pesebre, y cosas para incorporar en la comida de Navidad.
En algún momento entre Nochebuena y Año Nuevo se quemaba al Tió, siguiendo la tradición original.
Hace poco, digamos dos o tres generaciones, con el auge del consumismo, la tradición del Tió de Nadal cambió y perdió casi todo el sentido original. Con la personificación del tronco para su comercialización, el acto de pegarle con un bastón se transformó en algo violento, si nos paramos a pensarlo. Lo que salía de debajo de la manta eran regalos cada vez más grandes y en mayor cantidad. El Tió normalmente se deja unos días más y un día desaparece, hasta volver a aparecer en el bosque el año siguiente. A los niños y niñas se les dice que ha vuelto al bosque.
Nuestra manera de celebrar el Tió de Nadal – más allá del consumismo
Vamos allá. De toda esta información nos creamos nuestra tradición, nuestra manera de celebrar el Tió de Nadal:
El Tió, para nosotros, simboliza la conexión con la madre Tierra. La abundancia que recibimos de la Tierra, a la que queremos cuidar. A la que amamos. Representa la conexión con el cielo, con nuestra esencia más pura, atreves del fuego. Representa la naturaleza cíclica de la vida en la Tierra. Y nos trae a la consciencia que la luz y la sombra forman un todo. Y que cuidando a la sombra, la luz tiene el camino más llano para instalarse en nuestro interior.
En algún día de diciembre vamos con nuestra hija a buscar un Tió al bosque. Nos lo llevamos a casa, lo ponemos cerquita de la estufa, le ponemos un gorrito (el nuestro es peruano) y le damos de comer. No le pintamos la cara, para que sepamos en todo el momento que es un tronco.
En el día del solsticio de invierno, nos juntamos a su alrededor y cantamos canciones de bienvenida de la luz, de agradecimiento a la Tierra, y también la canción original del cagatió. En un acto simbólico de despertar las fuerzas de la naturaleza, le picamos – suave – con los bastones.
Todo lo que cagará serán cosas de comer y beber, mayoritariamente nueces, higos secos, mandarinas… Puede que caiga algún chocolate o una cerveza para papi.
Después de eso – puede ser en el mismo día o algunos días más tarde – quitamos sus adornos, agradecemos al Tió y lo quemamos en la estufa de leña celebrando la luz y la calor que nos brinda, tomando consciencia del ciclo de la vida, agradeciendo a la Tierra.
Si nuestra hija pregunta, le explicamos que entregamos el tio al abuelo fuego, que lo abraza y devuelve su esencia al cielo, que con la lluvia volverá a caer en el bosque.
Te ha gustado nuestra adaptación? Tienes tu propia versión para celebrar el Tió de Nadal? Me encantaría que la compartieras conmigo, dejando un comentario más abajo. También puedes suscribirte a este blog para recibir una notificación de cada nuevo post en tu cuenta de correo. Muchas gracias por leerme!
M’ha encantat sara!
No coneixia d’on venia el tió!
Sàpigues que encara a moltes cases el tió amb potes, cara i barretina no ha arribat i que segueix essent cremat la nit en què es fa cagar.
Ah si Aurea? No ho sabia!! Com ho fas tu a casa teva? Moltes gracies!
No trobo bé que es digui que es un acte violent…
No es violent cuidarlo i després de tenir els beneficis cremarlo???
Se li donan copets no ostias !!
Per la resta un esxrit meravellós.
Gràcies
Hola Romina!
Entenc que et remogui! A mi m’encanta la tradició del Tió, encara que hi hagin parts que em facin pensar. A cada casa es fa diferent, i cada família troba la seva adaptació… És clar que si són copets no és violent. La meva manera de treure-li la violència ha sigut no personificar-lo.
«Con la personificación del tronco para su comercialización, el acto de pegarle con un bastón se transformó en algo violento»
Amb aquesta frase vull dir que basta amb no posar-li cara, que picar-lo ja no és violent. I si més a més li afegeixes el significat simbòlic de despertar la natura adormida, tot es veu diferent.
Cremar-lo és un altre acte simbòlic, que no és violent just per això, perquè abans no s’ha personificat. Simbolitza per mi el nou començament del cicle de la Terra i la celebració de la llum.
Moltes gràcies pel teu comentari i per llegir-me!
Una abraçada
Sara
A casa meva tota la vida el tronc ha estat una escorça d’alzina, i em costa moltíssim conviure amb aquesta comercialització de posar-li cara… a mi mai hem va fer falta que tingues cara per creure’m la història, és un record súper maco d’infancia. I al final cagava una arengada!
Gràcies per compartir la vostra versió, és un tema que hi donava moltes voltes i conèixer l’orogem M’ajuda a trobar-li un sentit coherent i més fàcil de transmetre.
Me’n alegro Montse! sii, jo també necessitava trobar el sentit més profund… Com no sóc catalana, vaig flipar molt quan em van explicar per primer cop aquesta tradició. No entenia el fet de picar-li a un tronc amb cara… Ara puc viure aquesta tradició amb la meva filla amb molta alegria 🙂 Moltes gràcies pel teu comentari <3