Tengo una mente dominante: ejercicio sencillo para sacarla de su trono

Tengo una mente dominante

¿Qué hacer con una mente dominante? Hoy durante mi meditación matinal descubrí una manera fantástica de practicar el empoderamiento de mi ser, sacando a la vez mi mente dominante de su trono.

Si también eres de las personas que consideran tener una mente dominante, este post te puede ayudar. Cuando digo mente dominante, me refiero a lo siguiente:

  • ¿Tienes la sensación de que vas a la deriva de tus pensamientos y de las subsecuentes emociones?
  • ¿No quieres tener esos pensamientos ahora y igualmente no sabes salir de ellos?
  • ¿Sientes que no tienes poder de decisión, tienes miedo a equivocarte y por eso acabas por no atreverte a salir de la zona de confort de tu mente?

La mente en automático

Los programas automáticos de nuestra mente, esas verdades absolutas grabadas a fuego en nuestra infancia, tienden a dominarnos. Nuestra mente o ego, en su afán de sobrevivir y de defendernos a muerte, si así lo cree necesario, tiene tendencia a dominarnos.

Cuando en nuestra infancia ocurrieron demasiadas situaciones en que estuvimos en peligro, un peligro que puede ser real o no, dejamos de vivir desde el amor, con el objetivo de disfrutar de la vida, y empezamos el programa de supervivencia. Nuestra mente es una maestra en defender y atacar, en sobrevivir y luchar. Entonces nos movemos entre el miedo y la rabia, estresados e inquietos, escondiéndonos o atacando, en una lucha constante. El ego nos guía por la vida, desconfiado y paranoico, viendo el peligro en cada esquina.

No sé tú, pero yo estoy cansada de ser dominada por mi mente. Hace ya casi un mes tomé una decisión firme:

Voy a ser fiel a mí misma. Voy a amarme y cuidarme hasta la muerte y más allá.
Y perdonarme mis fallos, si algún día me olvido.

Porque quiero tener la fuerza suficiente para decidir yo. Quiero confiar en mí. Quiero ser responsable de mis acciones y tener el valor de ir hacia adelante sin saber si es lo correcto. Quiero dejar atrás el miedo a fallar, la coerción de tener que hacerlo siempre todo bien, de gustar a los grandes (madre, padre, profesores, jefes, Dios…)

Y para eso hace falta sacar mi ego de su trono.

¿Te suena? Entonces te interesará saber un

Ejercicio sencillo para empoderarte y sacar poder a tu mente

Hoy mismo, meditando, empecé a practicar de forma intuitiva este ejercicio que me encantó -me sentí una rebelde – y que quiero compartir contigo:

Me siento de forma cómoda, espalda recta. Cierro los ojos.
Respiro y me concentro completamente en mi respiración.
En los ruidos, los olores, todas las sensaciones de este momento.
Así estoy completamente en el aquí y ahora.
Permanezco aquí unos minutos.

Entonces pongo la atención en mi cuerpo, en mi interior y busco el lugar donde me siento en casa, dentro de mí. Llevo mi mano a ese lugar. Allí donde todo está bien, donde me siento en paz y segura. Allí está ubicado mi verdadero ser, mi esencia.

Si veo que me dejo arrastrar por los pensamientos y emociones adheridas de mi mente, en primer lugar, lo acepto. Acepto a todos ellos como si de hijos se tratara. Les miro con calidez. Los abrazo.

Y después me pregunto (ubicándome en mi esencia):

¿Es esto lo que quiero pensar ahora mismo? ¿Es aquí donde quiero estar?

Si la respuesta es no, vuelvo conscientemente a mi respiración, a concentrarme en mis sentidos, en mi cuerpo. Vuelvo a posicionarme en mi esencia. Saco la atención de la mente. Me desengancho de los pensamientos.

Puede que vengan pensamientos más persistentes, adornados de miedos, gritando: ¡Pero yo tengo la razón! ¡Yo te defiendo! ¡Confía en mí! Y entonces, con la misma calma, practico la rebeldía de no apegarme a ellos y conscientemente vuelvo a mi centro. Hago lo que quiero hacer yo. Si quiero sustituir el miedo por confianza, es esto lo que practico. Aunque mi mente con sus mil voces me alerte de que la confianza no es segura, y me insista con urgencia a seguirla, a volver a la rueda de pensamientos infinitos para intentar solucionar el mundo...

Suelto todo ese rollo y toda la historia completa de cómo de grave es la vida -que ya la conozco con los ojos cerrados, por tanta repetición, ¡qué cansancio!- y las emociones enredadas en ella. Resisto incluso a las voces que más poder tienen en mí: por ejemplo la de algún gurú que dice que no hay que soltar… Y firme en mi misma, hago, pienso y siento lo que yo quiero, fluyendo así con la vida.

Este ejercicio lo puedo hacer en cualquier momento, en cualquier lugar, haciendo lo que sea. No hace falta meditar, aunque meditar, ciertamente, ayuda. Resumiendo, de forma sencilla:

El desapego, la valentía y la paz

Pocos minutos después de practicar este ejercicio entendí lo que quiere decir Thich Nhat Hanh, maestro zen, cuando habla del desapego. Tener la valentía de vivir desde nuestro centro, sin perderse en ningún pensamiento o emoción. Sin perderse en nadie. Dejar pasar las emociones como las ondas del mar que observamos desde nuestro barco seguro. Y así, estar en paz. Vivir en paz y desde el amor, en sintonía con nuestro verdadero ser. Si te interesa leer más sobre la sabiduría del maestro Zen Thich Nhat Hanh, este es un buen libro para empezar: Hacia la paz interior.

Y recuerda…

Tú eres la única responsable de tu vida, diosa de tu universo.

¡Yo estoy decidida a coger esa responsabilidad a espalda erguida! Ya son demasiados años curvada, esclava de mis programas mentales.

¿Y tú? ¡Cuéntame de tu vida! ¿Qué te ha parecido? Si pruebas el ejercicio, dime como te va, dejándome un comentario

Un abrazo de corazón,
Sara Nima

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