El mejor regalo para mis hijos: Una madre que explica sus emociones

El mejor regalo para mis hijos: Una madre que explica sus emociones Llegan la navidad y los reyes, y con las fiestas aparece la pregunta de siempre: ¿Qué regalo a mis hijas e hijos? Quiero regalarles algo realmente especial, que les haga muy feliz… Te hago una propuesta, que para mí es el regalo más especial y necesario: Regálale tu responsabilidad por tus emociones, y tus palabras explicativas.

¿Y por qué es tan importante explicarles mis emociones a mis hijos?
¿No les cargaré con demasiada responsabilidad así?

Alto ahí, vamos por partes. Es importante el “cómo le explico mis emociones” y el “para qué”.

Pero antes de eso, miremos en qué situaciones puede ayudar responsabilizarme por mis emociones:

Tengo miedo y no quiero pasarlo a mis hijos. ¿Cómo lo hago?
Cuando me sale la rabia y le grito a mi hija/o me siento muy culpable. ¿Cómo puedo arreglarlo después?
No quiero transmitirle a mi hija mi enfado con su padre. ¿Cómo lo hago?
Me siento triste, deprimida, cansada. Y me duele saber que mi hija lo capta todo, y que le estoy dañando con mi estado. ¿Qué puedo hacer para no perjudicarla?

Si alguna de estas preguntas podría ser tuya, entonces sigue leyendo: este artículo es para ti.

La gran responsabilidad de ser madre

Seamos sinceras, aunque duela. Cuando nos convertimos en madres, seguimos siendo humanas. Aunque nuestra vida anterior haya acabado y sintamos que hemos renacido, no nos hemos convertido en máquinas perfectas. Es duro, porque lo que más deseamos es ser perfectas para nuestras hijas e hijos.

Queremos ser su puerto seguro, su ancla en este mundo de locos, y regalarles nuestro amor… ininterrumpidamente.

Y muchas veces pasa justo lo contrario.

Así me pasó a mí. La maternidad me llegó acompañada de un miedo inconmensurable, que arrastró consigo la culpa, esa compañera oscura… Mi postparto fue un viaje a mis tinieblas, por mi sombra, enterrada y olvidada en mi subconsciente. Emociones que en su día mi madre no me había explicado, y que acepté como mías cuando era un bebé, me ahogaban y me aguantaba insegura, en un frágil barco.

¿Cómo podía así ser un ejemplo para mi hija?
¿Cómo podía darle seguridad y la bienvenida a este mundo, si dentro de mí reinaba el terror?

Y esa presión de tener que ser la madre perfecta, que no tenía el derecho a estar así ahora que era responsable de un bebito, solo empeoraba mi estado…

Sabes de qué hablo, ¿verdad?
¿Conoces esa culpa y desesperación por no conseguir ser la madre que querías?

Pues no estás sola.

La maternidad nos brinda una oportunidad única para evolucionar. Porque por nuestras/os pequeñas/os lo haríamos todo. Hasta mirar nuestra oscuridad. Hasta empezar a amarnos así, imperfectas.

Aprovecho aquí para recomendarte mi Biblia del Postparto, como le digo yo. El libro al que debo tanto,  que me ayudó a no ahogarme en las mareas de mis emociones profundas: La maternidad y el encuentro con la propia sombra.

Puedo ofrecerles seguridad y bienestar a mis hijas e hijos, aunque a veces no los tenga yo

Y ahora te digo que hay algo que puedes hacer por tus hijas e hijos. Algo que puedes hacer siempre, y que te permite estar como estás y aún así, cuidar de tus hijas e hijos. El regalo más importante que les puedes regalar, respetando tus emociones y a la vez cuidándolas/los a ellas/os: explícales qué te pasa, y a la vez, declárate responsable de tu mundo interior.

Verás que será una liberación: para tus hijas e hijos, porque ya no tienen que cargar con tus historias, y para ti, que podrás seguir dedicando el tiempo que necesites a esas historias, sin sentir el peso de la culpa por no ser la madre “siempre-contenta-y-amable”.

¿Explicarles mis emociones a mis hijas e hijos para liberarlos?

Sí, te lo explico así un poco rápido. Próximamente dedicaré un artículo entero a esto, cuando te presente la hipnosis terapéutica y cómo funciona…

Imagina que eres un bebé, que acabas de venir al mundo. Eres pura luz, puro amor. Pero a tu alrededor pasan cosas. Cosas que no te puedes explicar, porque todavía no tienes ni el razonamiento lógico ni el conocimiento para hacerlo. Solo puedes sentir. Quizás sientes el miedo de tu madre, por ser madre. O su tristeza, porque su marido no está. O su desesperación y enfado, por no tener ya una vida despreocupada. – Hablo de la madre (o cuidador/a), porque es la conexión directa con el mundo para el bebe. Es a través de ella que entiende su entorno. – Entonces sientes todo eso, y como de bebés somos egocéntricos y creemos que somos el centro del mundo, que todo acontece para nosotros y por nosotros, solo le puedes encontrar una explicación: es mi culpa. Por mi culpa mi madre tiene miedo, está triste, o enfadada. Por mi culpa sufre. Y como de bebés estamos llenísimos de amor, decides, entonces, cargar con esa culpa, y hacer todo lo que puedas para ayudar a tu madre a estar mejor. Por ejemplo. Veremos más adelante que hay otras posibles decisiones.

Y es aquí donde acontece algo trágico: dejas de vivirte a ti misma, para vivir por otra persona, y de la forma que crees mejor para aligerar su dolor. Es en este punto que se crean los patrones mentales basados en el dolor, el no entender, la culpa. Esos nudos que de mayores nos cuestan tanto disolver, que nos llevan a hacer terapias y más terapias, y nos causan tanto dolor. Esos programas automáticos que no sabemos de dónde vienen, que con nuestra consciencia adulta entendemos que no tiene lógica que existan y aun así, seguimos prisioneros de ellos. Porque en algún lugar de nuestro subconsciente existe aún ese bebe, esa niña que, por no entender y porque nadie se lo explicó, cargó con el dolor del mundo a su espalda.

Como explicarle mis emociones a mis hijas e hijos

Lo bueno es que podemos evitarlo. Podemos evitar el dolor, la culpa, o gran parte de ella. Digo gran parte porque siempre habrá momentos en los que no estamos tan atentas y se forja alguna creencia dolorosa. Entonces por algo será. Y todo está bien. Sabemos que hacemos lo que podemos.

Seguimos la historia:

Vuelve a imaginarte que eres ese bebé que siente las emociones de su madre – hay que recalcar que la madre tiene todo el derecho a sentirlas – y que se echa la culpa, por no entender y por amor. Pero justo en ese instante, tu madre te mira y te empieza a hablar:

“Cariño mío, mamá está triste. Eso que sientes es mi tristeza. Es mía, yo me ocupo de ella. Aunque parezca muy grande, yo sé ocuparme de ella. Las emociones son parte de este mundo, ya las conozco. Yo me hago cargo de mi tristeza, puedes estar tranquila. Yo soy la grande, y tú la pequeña. Yo me cuido a mí y a mis emociones, y te cuido a ti. No te preocupes. Juega y vive libre y tranquila, mamá te cuida y te ama. Esté triste o enfadada, con miedo o desesperada… siempre te cuidaré, y siempre te querré.”

Y el peso se va.

Y la culpa, la preocupación, el dolor. Y tú, pequeñita, vuelves a entrar en ese estado de saberte amada y protegida. Puedes seguir viviendote, y descubriendo el mundo a tu manera.

Y lo mismo podemos aplicar en la situación de un enfado/discusión con tu pareja:

“Mamá y papá están enfadados. A veces no sabemos hablar tranquilos de las cosas. Ese enfado es nuestro. Puedes estar tranquila, que nos ocupamos de nuestras emociones y nuestros problemas. No tienes ninguna culpa. Nosotros somos los grandes y tú la pequeñita. Nos cuidamos y te cuidamos a ti. Y te amamos, estemos enfadados o no.”

Y cuando te enfadaste con tu hija o hijo, le gritaste y te sabe mal, solo añade un “lo siento” sentido y si ya no es un bebé, puedes animarle a poner palabras a sus emociones también:

“Me he enfadado antes. Estaba cansada y no tuve suficiente paciencia contigo. Lo siento. ¿No te gustó verme así, enfadada, verdad? ¿Te asustó? Te grité y te eché encima mi enfado. Lo siento. Ese enfado era mío. Lo cojo de ti (hasta puedes hacer un gesto para hacerlo más real) y me hago cargo de él. Porque yo soy la grande y tú la pequeña. Yo me ocupo de mi enfado. Tú puedes jugar libre y tranquila. Yo te amo y te cuido siempre, también cuando estoy enfadada!”

Realmente, lo importante es que mis hijas y hijos sientan que me hago cargo de mis emociones. Y que las nombre. Que las exprese con palabras. No hace falta explicar el porqué. Sin embargo, comprobarás que de más mayores les gusta saberlo, entonces puedo explicarlo con palabras sencillas, sin tener que entrar en detalle. En esquema, sería así:

Como explicarle mis emociones a mis hijas e hijos

El mejor regalo

Este es el regalo que te quiero dar en estas fiestas, a ti y a tus hijas e hijos. Siento en el fondo de mi ser que es un regalo muy importante, que un día me regalaron a mí, y gracias a él sobreviví. Por eso quiero compartirlo, para contribuir de esta manera a la evolución hacia el amor, a hacernos la vida más fácil, más bonita y amorosa.

Espero que te haya gustado este artículo “El mejor regalo para mis hijos: Una madre que explica sus emociones”, espero que te pueda ayudar, y estaría encantada de leer tu feedback, de cómo cambió tu vida después de aplicarlo, y si ya lo hacías antes, ¡tus experiencias al respecto! También tus dudas y preguntas son bienvenidas. Nos vemos por aquí, en Facebook o Instagram.
Un abrazo desde el corazón,

2 comments

  1. Montserrat García Gómez says:

    Hola querida Sara y comadre compañera en este viaje de maternar.
    Justo ayer compartía con otra mujer: que sobre como «hacerlo bien» aún no se casi nada…pero que me deja mucha paz cada vez que doy capaz de ser auténtica y decirle a mis hijos como me siento.
    Incluso:
    – tienes razón hijo, no es justo como te he hablado; me he equivocado! Y me siento triste por ello…por eso te pido disculpas…no te lo mereces. Jo estaba cansada, y no he tenido paciencia contigo, tu no te mereces que te hable así…aunque necesito que, cuando te aviso de que estoy cansada, y de que no puedo escucharte no es que me importes menos, es que necesito descansar primero.

    Es solo un ejemplo…
    Ciertamente hablarles de como me siento me hace bien; no se si es la mejor educación pero intuyo que se acerca un poco, porque veo como reproducen ellos también como se sienten para explicarse ante muchas acciones, y eso es algo que yo de niña no supe hacer, de hecho aun estoy aprendiendo a hacerlo.

    • Sara Nima says:

      Gracias Montse! Siiii, ¡estamos aprendiendo! Y cada día lo hago mejor, ¡espero! Para mí, lo más importante es sinceridad… y poner palabras. Saber admitir que me he equivocado… Demasiadas veces tengo que hacerlo, demasiadas veces estoy irritada, por cansancio, por dolor, por lo que sea, y más tarde o el día siguiente saco el tema y le explico, y le digo que lo siento…. ¡tal como lo dices tú! Qué bonito poder compartir contigo <3 ¡Un abrazo de corazón!

Deja una respuesta