Qué hacer para no decir “¡Cuidado!”: como evitar la alerta constante

Qué hacer para no decir "¡Cuidado!&quot: como evitar la alerta constante“¡Vigila! ¡Cuidado! ¡Ojo!” ¿Que decir para no decir?
¿Avisas a tu hija o hijo cada vez que hay la mínima indicación de peligro? Se te escapa como reacción automática y ¿te escuchas decirlo mil veces al día? Entonces ya somos dos. Me empecé a sentir incómoda con eso, porque veo que no ayuda y solo crea miedos y sustos innecesarios. ¿ Qué hacer para no decir «¡Cuidado!» y así evitar la alerta constante? Comparto contigo cómo lo hago ahora, y lo que he podido averiguar.

“Cuidado”, palabra sin significado

Por más que busco, no consigo encontrar un significado entendible para los/as niños/as de la palabra “Cuidado” y similares. Es una palabra abstracta, redundante. No especifica cuál es el peligro del cual queremos que estén alerta.

Contiene todo el miedo del adulto que la pronuncia, y la falta de confianza del mismo en el/la niño/a. Genera confusión, y decirla no ayuda a que el/la niño/a se concentren más en lo que están haciendo, evitando así posibles peligros.

Al contrario, los distrae por un momento, los hace quitar la mirada de lo que estaban haciendo. Perciben el miedo del adulto, y eso solo puede provocar que se sientan más inseguros.

Todo lo contrario de lo que queremos conseguir cuando la decimos, ¿verdad?

Miedos de una madre“¡Vigila!” ¿Peligro real o imaginario?

Hace ya algunos meses que me cuestiono el hecho de decir tantas veces a mi hija de 22 meses que vigile. Me sale como reacción automática a innúmeras situaciones. No me gusta, pero cuando me doy cuenta ya lo he dicho. He empezado a poner atención y he notado que muchas situaciones no contienen un peligro real. Son cosas insignificantes, como “Vigila que no se caiga la tortilla al suelo”, “Vigila que no pises el libro que se puede romper”.

¡Qué rabia me da! ¡No quiero que mi hija tenga que estar en estado de alerta constantemente! Que rollo tener a la madre constantemente diciéndote “vigila esto, vigila lo otro”. Me pongo en su lugar, y mi respuesta a mis vigilas sería

¡Déjame vivir! ¡Déjame probar cosas, déjame caer! Pesada…

Y lo que también me da rabia es la negativa constante. La explicación que acompaña cada “vigila” siempre habla de algo negativo y obviamente contiene el NO: “Vigila dónde pisas, no quiero que caigas”. “Vigila con la taza, que no se rompa.”

Es una reacción automática. Y la puedo cambiar, ¡de verdad!

Últimamente tomaba consciencia un poco antes de hablar, y buscaba alguna frase para substituir la alerta, pero no podía encontrar nada en el momento. Entonces la decía igualmente y cada vez me sentía más incómoda.

Tampoco me satisface por completo poner la frase en primera persona, cómo me proponen compañeras de trabajo (acompañantes/educadoras de la pedagogía libre, viva o waldorf). “Yo necesito que cojas el vaso con las dos manos.” “Yo necesito que mires hacia delante cuando corres, me da miedo que caigas”.

Porque esa es la verdadera razón, me da miedo, me preocupa que se haga daño. ¡Pero no quiero que mi hija escuche constantemente que a su madre le da miedo cosas que hace! ¡Estamos en lo mismo! Y no me sale no decirle por qué no quiero que haga algo, siento que ella se merece una explicación, ya que la estoy limitando en su libre exploración del mundo.

Está en una fase tan bonita, tan expansiva, ¡tan abierta a la vida! Quiero que esa abertura se dé con confianza, libre de miedos.

Me trae a la memoria a otro automatismo, tan arraigado en nuestra sociedad y que también he conseguido cambiar. El famoso “¡Muy bien!” que también causa más daños que ayudas. Pero esto es tema para otro post…

¿Por qué empecé a cuestionarme?

Me recuerdo que mi madre me explicaba los peligros del mundo y que yo sentía mucho miedo. Sentía y siento que hay peligros en todas partes, y que hay que estar alerta.

Tengo un miedo constante como compañero de vida.

Sé que transmitir confianza a mi hija pasa por cuidar mi niña interior asustada, y mi deseo es que ella viva en confianza. Así que, ¡manos a la obra!

Amo a mi hija y la quiero protegerAlerto a mi hija “por su bien”. Porque la amo y la quiero proteger.

Podemos meditar sobre estas cuestiones…

¿Mi alerta funciona?
¿O causa más daños que reparos?
¿Quién se siente inseguro, ella o yo?
¿Hay realmente un peligro del que alertar?
Realmente la alerto por ella… ¿o por mí?
¿Es tan importante que el vaso no caiga al suelo?

¿Cuál es la forma más efectiva de aprender, experimentar o que te digan qué hacer?

Obviamente hay algunas situaciones de peligro real en que es necesario prevenir, alertar, intervenir. Pero son poquísimas, comparado con el número de veces que la alerto…

El miedo lo tengo yo, está claro. El problema y las herramientas para solucionarlo también.

Hasta el momento en el que sale el “¡Cuidado!” de mi boca, mi hija juega tranquila, concentrada, está curiosa y se divierte.

Con mi intervención:

  • Se distrae, sale de su juego.
  • Le transmito mi inseguridad.
  • Se queda en estado de alerta, confundida porque no sabe dónde está el peligro y que espera su mamá de ella.
  • Le quito la oportunidad de experimentar hasta donde es seguro.
  • Transmito que no confío en ella, lo que puede originar que ella tampoco confíe en sí misma.
  • Puede que se enfade conmigo porque no la veo, no la dejo vivir y experimentar. Que se sienta limitada en su libertad.
  • Se para, se espera a que yo haga las cosas, o incluso deja de intentarlas por ella misma.

Siento que con esto consigo que constantemente espere mis instrucciones e intente complacerme, sin saber bien cómo hacerlo.

Viviendo como yo quiero que viva. Sin oportunidad de vivirse a ella misma. La competencia y la confianza vienen de hacer las cosas. De probar, experimentar. Tengo que dejarla hacer y no querer hacerlo todo por ella. Eso se llama sobreprotección y no inspira para la vida…

"¡Vigila! ¡Cuidado! ¡Ojo!" Qué decir para no decir...Qué hacer para no decir «¡Cuidado!»: como evitar la alerta constante

Empecé a investigar, a preguntar a otras madres, a compañeras de trabajo – acompañantes de educación libre, viva y waldorf -, y he llegado a algo con lo que me siento cómoda y que estoy probando y aplicando cada día.

Mi primer reto es:

No decir nada – Siempre que me entren ganas de decir “¡Cuidado!, ¡Vigila!, ¡Ojo!” o algo similar, simplemente no digo nada. Actúo, si hace falta. Sé que es un reto al principio, pero se puede, ¡lo tengo comprobado!

Observar lo que pasa cuando no digo nada. En mí, y en mi hija. Valorar si la situación requiere una llamada de atención, si realmente es peligrosa, si ella realmente no está concentrada. Y antes de decir una palabra sin significado, protegerla. Sentir si es mi hija la que necesita un aviso, o soy yo la que  necesito avisar para quedarme tranquila.

Muchas veces el/la niño/a ya está vigilando y cuidando de sí mismo. Y nuestro comentario solo distrae, o incluso hace sentir enfado, porque no entendemos qué está haciendo, no vemos cómo es de verdad.

Cuando digo“¡Cuidado!, ¡Vigila!, ¡Ojo!” estoy dando una orden. Es completamente directivo. En las situaciones que valore que mi ayuda verbal es necesaria, es más efectivo usar frases descriptivas, específicas.

Cómo hablar en vez de alertar y dar un orden:

  1. Especificar, describir: Cuanto más específicas somos, mejor nos pueden entender los/as niños/as. Y describiendo evitamos juicios de valor…
    Prefiero que cojas el cuchillo por aquí, del otro lado está muy afilado y corta.
  2. Hablar en positivo: para quitar el foco del peligro y del miedo y recordar a los/as niños/as su capacidad de poder con la situación, transformo la frase, diciendo lo mismo pero sin NO y sin lo malo que puede suceder.
    Necesito que cojas el vaso con las dos manos, así está más seguro.
    (en vez de: ¡Vigila con el vaso, que no caiga!)
  3. Involucrar, preguntar: así demuestro mi confianza en su habilidad para estar a salvo y le inspiro a ser responsable por su seguridad. Confianza conectada con responsabilidad es lo que queremos conseguir de verdad, ¿no?
    ¿Qué puedes hacer para estar a salvo? ¿Te sientes seguro allí donde estás? ¿Estás concentrada?
  4. Recordar: es una palabra mucho menos alarmante.
    Recuerda que ese palo puede pinchar.
    Recuerda que el suelo resbala.
  5. Posibilidades: no me gusta del todo, pero si no se me ocurre otra manera, al menos hablo de posibilidades en vez de hechos. Porque es la verdad. Ni yo ni nadie podemos predecir el futuro.
    Si pisas el libro se puede romper (en vez de: ¡Vigila! El libro se rompe si lo pisas)
  6. Nombrar las emociones: hablo de mis emociones o de las de otro adulto involucrado para que quede claro que el miedo es del adulto.
    Si, por ejemplo, la que grita “¡Vigila!” es la abuela, yo le explico a mi hija:
    «Parece que la abuela está un poco ansiosa… posiblemente porque las escaleras están rotas aquí. ¿Ves el agujero? Vale, ¿puedes decirle a la abuela que lo has visto? ¿Quizás cuando la abuela baja las escaleras le puedes dar la mano?”
    Este ejemplo me encanta. Gracias al grupo de Facebook Visible child: Respectful/Mindful Parenting donde he podido leer muchos ejemplos ilustrativos.

Qué decir en lugar de "¡Cuidado!"Frases específicas que decir en lugar de “¡Cuidado!”

Dije anteriormente que en la mayoría de los casos no hace falta decir nada. Solo callar y observar con admiración la capacidad que ya tiene nuestro/a hijo/a de cuidarse. En los pocos casos que creemos que hace falta una intervención verbal del adulto, o simplemente no podemos aguantar las ganas de liberar nuestra preocupación, podemos aprender a expresarla de manera diferente.

Muchas de las frases reunidas más abajo son para situaciones específicas, que pueden ser adaptadas. Yo las veo de gran ayuda para niños/as a partir de 3,4 o incluso mayores.

“Estoy aquí si me necesitas.”
“Dime si necesitas ayuda/trabajo en equipo.”
“¿Cuál es tu prójimo paso?”
“Pregúntale si todavía es divertido para él.”
“¿Te gusta esto? Recuerda de decírselo si no te gusta.”
“Tomate tu tiempo.”
“¿Necesitas más espacio?”

Jugar en las alturas

“¿Cómo te sientes allí arriba? ¿Te sientes segura?”
“Es más fácil escalar con pies y manos.”
“¿Sientes que esa rama es fuerte y estable?”
“Ese puente se mueve mucho. Si te coges con fuerza, puedes pasarlo con seguridad.”
“Estáis todos juntos allí arriba. Sería una caída larga si alguien fuese empujado”
“Si caes encima de alguien, puede hacerse daño.”
“Por favor muévete lentamente y con conciencia cerca del abismo.”
“¿Te sientes seguro/ equilibrado?”
“A veces las escaleras caen.”

Juegos de exterior con palos y piedras

“Por favor, encuentra un lugar seguro para tu palo mientras estás corriendo.”
“Recuerda que hay personas a tu alrededor y dales mucho espacio.”
 “Movámonos a esa zona con menos gente.”
“Los palos necesitan espacio. Mira a tu alrededor. ¿Tienes espacio suficiente para balancear ese palo grande?
“Por favor, mantén un extremo de tu palo en el suelo.”
“¿Cuál es tu plan con ese palo tan grande?”
“¡Las piedras necesitan espacio!”
“¡Encuentra más espacio!”
“Antes de tirar esa piedra, ¿que tienes que mirar?”
“Esa piedra parece muy pesada. ¿Puedes con ella?”

Pasear y correr

“Comprueba con tus ojos si el camino está despejado”
“Recuerda ir más despacio cuando el suelo es irregular, para estar a salvo.”
“Busca el contacto visual antes de empujar a alguien. Asegúrate que quieren jugar a este juego y que te ven venir, para que puedan preparar su cuerpo.”
“Si necesitas correr, ¡nos encontramos en la próxima esquina!”
“Por favor, daros mucho espacio para que nadie sienta que tiene que empujar y nadie se caiga por accidente.”
“Me he dado cuenta que hay muchos árboles caídos por aquí. Si miras al suelo puedes asegurarte de solo poner el pie en los lugares seguros.”

Más situaciones de juego en el exterior

“Vamos a explorar esta cueva/cabaña para ver si es seguro jugar en ella.”
“Cuando alguien se columpia alto, no puede parar y puede que te tire al suelo.”
“Esto parece que puede caer.”
“Yo siempre pruebo si las cosas son estables antes de caminar sobre ellas.”
“Las herramientas son muy poderosas. Utilizalas con conciencia para que todos estén a salvo.”

En casa (jugar en el interior)

“Yo cuando camino con un vaso en las manos, lo cojo fuerte con las dos manos”
“Puedes caminar alrededor de los juguetes, así los mantenemos cuidados y tú puedes caminar con equilibrio.”
“Cuando hay muchas cosas por el suelo, yo miro mis pies para pisar solo el suelo.”
«Veo que estás muy cerca de la mesa. Si bajas la cabeza puedes seguir caminando con seguridad.
“Este juguete es delicado. Por favor, tócalo con suavidad.”

Reconocer y describir sus habilidades

“Tienes unas manos muy fuertes.”
“He visto cómo te has parado para pensar antes de hacerlo.”
“El control que tienes sobre tu cuerpo es fascinante.”
“Lo has conseguido.”

Frases reunidas y traducidas libremente de varias páginas en inglés, con pequeñas modificaciones:
Child & Nature Alliance of Canada, Easter Seals DuPage & Fox Valley, Teacher Tom, Wildtots, Visible Child: Respectful/Mindful Parenting

Espero que este artículo te haya sido útil y como siempre, me alegro un montón si me dejas un comentario, con sugerencias, explicando si te ha servido para saber qué hacer para no decir «¡Cuidado!» o cómo evitar la alerta constante, relatando algo que te ha pasado, expresando tu acuerdo o desacuerdo. ¡Hasta pronto!

Deja una respuesta