Mi hija de 28 meses – ¡Entre cobijarse y volar!

Mi hija de 28 meses - entre dar cobijo y dejar volarCuatro meses sin escribir sobre mi tesoro. ¡Como crece, como cambia! Justo acabo de leer mi último post de esta seria “Mi hija de 24 meses – ¡Pura vida, pura felicidad!” y me sorprendo con todo lo que ha pasado y cambiado en tan poco tiempo. Mi hija de 28 meses, ya! ¡Que ganas de compartir mi día-a-día con mi hija con vosotros/as, y saber también de vuestros tesoritos!

A sus 28 meses, mi hija Lua Llum es la más preciosa, como ha sido siempre – y como cada hijo e hija lo es para su madre -, y cada día la amo más. Con cada minuto que compartimos juntas, cada risa, cada llanto, mi amor crece y florece nuestra relación.

Hay tanto que explicar, y sabiendo que me olvidaré de mitad, aquí va…

Todo esto está en ti…

Está la alegría de vivir, la felicidad de descubrir, las risas y las ganas de correr. “¡Mira como corre la niña! ¡Mamá, mira que rápido voy!” Y el placer de saltar… saltar de pies juntos, o con un pie. Saltar sola, con una mano de Mamá o con las dos de lugares elevados.

También la rabia se hizo un lugar. Unos días de mucho enfado, despertar por la noche gritando “¡No, no, no!” Llorando, con rabia en tus ojos llenos de lágrimas, pataleando, enfadada porque no te entiendo. Solo me queda estar, abrazarte después de la tormenta, besar tus lágrimas cuando la lluvia para…

Y el por qué, siempre presente está. “¿Por qué? ¿Y por qué, y por qué, Mamá?” Nos haces pensar y reinventar, a mí y a tu Papá, nuevas formas de explicar. A veces son cuestiones filosóficas, en las que nunca antes hemos pensado, o las hemos olvidado. Queremos contestarte siempre, dar valor a tu curiosidad. A unas encontramos respuesta, en otras nos quedamos sin saber qué decir… “Bueno, hija, porque es así…”

Y como te gusta hablar… Nos sorprendes cada día con nuevas expresiones, nuevas frases, nuevas conexiones. Ya tienes tu propia lógica, tu forma de expresar, de pensar, de concluir. Sorprendida me doy cuenta de la máxima atención con la que me escuchas. Puedo decir algo por primera vez hoy por la mañana, y por la tarde ya lo tienes integrado en tu raciocinio y tu conversación.

¡Cantar, cantar! ¡Qué alegría te da! Canciones enteras aprendidas, canciones de melodías conocidas con letra inventada, y canciones completamente tuyas, melodía libre, palabras desconocidas. “¡Esta canción la canto para ti, Papá! ¿La quieres escuchar?”

Y el cambio más grande, para esta Mamá, es que, desde hace 3 meses, ¡te lleva a dormir Papá! Que descanso, ¡que libertad! Dos años sin tiempo por la noche, porque llevándola a dormir con la teta me quedaba dormida también y después ya no servía para nada – sabéis de qué hablo, Mamás que me lees, ¿verdad? – y ahora, este regalo, ¡me ha equilibrado tanto! Antes de este cambio, pensaba en dejar de amamantar. Ahora veo, que solo era esto que necesitaba, y seguimos disfrutando de la teta, ¡tu y yo!

Y hace un mes, otro pasito más, hacia el equilibrio y la conquista de espacio propio – para mi hija y su mamá: ¡Lua Llum empezó a ir a una escuelita! Cuántas emociones, a veces contradictorias. Qué proceso más intenso… entre alivio y culpa, alegría, tristeza, nerviosismo, miedo y mucho amor… vamos integrando este cambio, creciendo juntas, soltándonos y reencontrándonos, ¡que gustosos son los abrazos cuando te voy a buscar!

“¿Y ahora qué hacemos?”, preguntas a menudo. Te gusta jugar con los abuelos, con Papá, con Mamá. Y si mamá no juega, porque hace las tareas de casa, por lo menos la integras en tus juegos, hablando, enseñando lo que haces, pidiendo mi voz para tus personajes. Y a veces pasa, como por casualidad, que te detienes unos momentos a jugar sola, concentrada, sin necesidad de mamá.

Te gusta comer, y pruebas de todo. Tienes tu cajón con frutos secos y galletas, tu compartimiento en la nevera, la fruta encima de la mesa, donde coges lo que quieres. Te gusta el chocolate, como a mamá…

Y los juegos con Papá, ¡casi me lo olvido! Cada día son más salvajes, acrobáticos y divertidos. Con Papi sacas la energía que te sobra, juegas a luchas, te enfadas y gritas jugando. Haces posturas de circo en el aire, saltas y escalas a tu padre y a él le encanta jugar así. ¡Qué bien! Porque a mamá, ya sabes, le gusta más suave…

Te encantan los bichos, te pasas rato observando las hormigas, buscando que se te suban a la mano. Hablas con las flores y les das agua para beber. Abrazas a las rocas grandes que encuentras bordeando el camino. Madre Tierra presente, en ti, en mí, en Papá…

“¡La niña sabe hacer muchas cosas sola!” le explicas a la teta, a la jirafa o a la vecina. “Sabe hacer pipí sola, sabe abrir el grifo para lavar las manos, cerrar el grifo, sabe abrir el papel del chocolate sola… Sabe subir sola al coche de Papá, quedarse sola a la escuelita…” Que orgullosa se te ve, creciendo. Todo lo quieres hacer sola, a veces te frustras, gritas, enfadada. Otras tus ojos brillan “¡Mira, yo solita!” Me gustaría saber si este es un placer innato, o es tan importante para ti porque nosotros nos ponemos tan contentos cuando haces algo nuevo, sola…

Y con tantas cosas nuevas, tiempo sola, soltar, aprender, adentrarte en la vida, hay el otro lado, la mama, la teta, sin parar. Yo te lo permito porque sé que

para volar, necesitas sentirte segura, enraizada en la Tierra, que es, por ahora, tu Mamá.

No acabaría nunca, mil cosas para explicar. Es solo una pincelada de como es, ahora, mi niña de 28 meses. ¿Y tú, me quieres explicar algo de tu vida de mamá/papá? Si tienes ganas de compartir, ¡déjame un comentario! Y si quieres que te lleguen todas las publicaciones al email y no te pierdas ninguna puedes suscribirte al blog. También puedes encontrar todas las publicaciones en Facebook e Instagram. Gracias por leerme, ¡hasta el martes que viene!

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