La educación convencional y su legado: el eterno miedo a fallar

El legado de la educación convencional: el eterno miedo a fallar“¡Es mi vida!”, todas lo decimos con facilidad. ¿Pero realmente lo es? ¿Hago lo que quiero, lo que me sale de dentro? ¿O me limito por querer gustar a los demás, por miedo a equivocarme, por doctrinas adiestradas y asimiladas como verdades absolutas?
Para mí, la educación convencional y el constante miedo a fallar van de la mano…
Comparto contigo mi insight

La educación convencionalLa educación convencional

Como la gran mayoría de personas de mi edad, fui a una escuela convencional. Me refiero al sistema educativo vigente desde hace más de 100 años, y más que obsoleto, con el cual se pretendía y pretende crear buenos profesionales, cada uno en su área específica, trabajadores competentes y obedientes, sin sentido crítico ni creativo, por no decir, trabajadores que no piensan por ellos mismos.

En las escuelas que utilizan este sistema, que son la gran mayoría de escuelas estatales y también privadas de todo el mundo, prevalece el sistema de evaluación dualista y el alumno tiene una carga horaria extrema. Tiene que memorizar -mayoritariamente- y entender -racionalmente- una infinidad de hechos, historias, descubrimientos científicos -enseñados como verdades absolutas- y conceptos abstractos, y su capacidad de memoria y raciocinio es evaluada constantemente a través del sistema dual y restrictivo que va del «insuficiente» -muy mal hecho- al “excelente» -muy bien hecho.

El alumno solo tiene dos opciones: o lo hace bien, o lo hace mal.

Esto lleva inevitablemente a la competición entre estudiantes, porque todos queremos hacerlo bien, y mejor que los demás, para obtener el premio – la nota.

Pero la evaluación es mucho más que una simple nota…

Las pedagogias alternativasLas pedagogias alternativas

Felizmente hoy en día hay cada vez más alternativas, aunque muchas se encuentren todavía al margen de la ley, pero son más y más buscadas y reconocidas.

Hablo de la llamada pedagogía alternativa o respetuosa, viva, activa o experimental. En ella se puede incluir un amplio abanico de corrientes pedagógicas o filosofías, tales como:

La pedagogía Waldorf, la pedagogía Libre o Viva, Reggio-Emilia, Amara-Berri, Escuelas Democráticas, Escuelas Bosque, Montessori, el método Pikler, …

Escuelas en las que se confía sobre todo en cada niño/a y en su capacidad de aprendizaje innata. En las que reina el juego libre y la exploración reemplaza la evaluación, en las que se presenta el mundo al/la niño/a en toda su amplitud, suprimiendo el filtro del bien o mal hecho, olvidando así la competición y reforzando la autoestima.

El eterno miedo a fallar y la búsqueda de amor

Como decía antes, la evaluación es mucho más que una simple nota…

Todos queremos que nos dediquen una sonrisa, una mirada de ojos brillantes, una conversación amable.

Todos queremos sentirnos queridos y aceptados.

La nota contiene el amor y reconocimiento de la profesora o profesor y de nuestros padres.

Ya me explicaras cómo has vivido tu tiempo de estudiante en el sistema de educación convencional o tradicional, yo al menos recuerdo una época de miedo constante a fallar y con esto a transformarme en un ser humano de menor valor, y de un esfuerzo sobrenatural para mantenerme en la cima para ser una persona aceptada, amada, respetada y si, válida.

Lo que es triste es que internamente esa época nunca ha acabado…

He pasado por una larga etapa de alumna de valor, en la que me sentía respetada y aceptada por mis capacidades intelectuales. Al mismo tiempo era una sensación de aceptación incompleta, ya que no importaba todo lo demás que forma mi ser: mis emociones, mi creatividad, mi juego, mi amor, mis miedos…

También he tocado la amargura de ser una alumna no válida o mala, cuando no era capaz de conseguir el aprecio de mis profesores aunque me esforzase mucho por aquel “muy bien hecho”. Eso me llevó a sentirme un ser despreciable, una rata de cloaca, lo que ha conducido inevitablemente a la rebeldía, al “me da igual todo” y “no necesito a nadie”. Aunque siempre seguí necesitada de amor…

Y una larga temporada de estar en algún lugar en medio, entre un “aceptable” y un “suficiente”, sintiéndome olvidada por los profesores, perdida en el país de la indiferencia…

El tiempo de escolarización es largo, más si vas a la Universidad.
18 años de adoctrinamiento dejan huella.

Mamá y Papá, nuestros primeros profesores

Está claro que la educación empieza en casa. Obviamente nuestros padres fueron nuestros primeros profesores.

En la educación que prevalecía antaño en los círculos alternativos a los cuales mi madre pertenecía, se valoraba el refuerzo positivo. Con muy buena intención – saliendo de una educación autoritaria – se premiaba el buen comportamiento y el esfuerzo para cumplir con las tareas. Los castigos eran pocos. Pero existían. Implícitamente estaban allí: o lo haces bien y te dan un premio, o lo haces mal y te castigan.

O vales, o no vales. O te aman o no te aman…

El eterno miedo a fallarEl legado de la educación comun es, en mí…

Fue hace dos días que descubrí que internamente nunca he dejado de ser alumna. Sigo con mucho miedo a fallar y haciendo un esfuerzo sobrenatural para hacerlo todo bien, para obtener el amor y reconocimiento de un profesor imaginario.

Sí, sé que no siempre es imaginario. Buscamos el reconocimiento de nuestra pareja, nuestros amigos o compañeros de trabajo. Pero lo digo por una razón, por un momento de iluminación que me llevó a un entendimiento profundo, el cual me empujó a hacer este artículo:

Percibí que internamente sigo intentando entender racionalmente el funcionamiento de la vida, y como no lo logro, vivo en un pánico constante a fallar. Me aterroriza un profesor imaginario que me podría dar una mala nota si siento o actúo de manera equivocada.

Solía ver la vida como una escuela, donde hay que superar procesos de aprendizaje uno detrás de otro para subir la escalera y obtener reconocimiento de… ¿un Dios omnipotente y castigador?

Dios mío, qué arraigada está la religión cristiana en mí, ¡aún que nunca la he practicado en esta vida!

¿Podemos hacer un paralelismo entre el sistema de adoctrinamiento cristiano – bueno – cielo, malo – infierno – y el sistema educativo convencional?
¡Por supuesto!

Una evidencia más de su caducidad, ¡y de la necesidad vital de su transformación!

No era consciente que sobre mi crecimiento personal vigilaba un profesor imaginario, o un Dios castigador. Es algo muy escondido que salió a la luz hace apenas unos días, y me ha dejado atónita.

Este es legado de la educación convencional, la mochila que llevo hace años…

Hoy lloro por todos estos años (35) vividos desde el miedo a fallar y desde el esfuerzo constante de la búsqueda de amor y los despido para dar inicio a una nueva era, que quiero empezar con la frase de fuerza:

Mi vida, mi regalo

La (auto)educación respetuosa¡Bienvenida a la era de la (auto) educación respetuosa!

Ahora acepto que la vida no se puede entender, solo experimentar.
Mi vida es mi regalo, la puedo vivir como yo quiero y nadie me evaluará.
Soy libre de experimentar lo que yo quiera, de descubrirme a mí y al mundo a mi manera.
Despliego mi creatividad y doy expresión a mi ser.
Vivo desde el amor porque yo lo siento así, no porque debo.
Puedo elegir mi camino con total libertad, y me libero de creencias provenientes de mi madre, mi padre, o cualquiera de mi sistema familiar.

Y estoy segura que nadie dejará de amarme por escoger un camino diferente, porque el amor es más grande que todas las historias mundanas.

El amor no se evalúa, no se gana ni se pierde.
Siempre está.

Mi vida, mi regalo.

¡La disfruto y disfrutaré con toda la intensidad!
¡Que empiece la fiesta!

¿Qué legado ha dejado en ti la educación convencional? ¿Conoces el eterno miedo a fallar del que hablo? Como siempre estoy encantada de leer tu opinión, tu historia, tu comentario.
¡Hasta pronto!

2 comments

  1. Cristina says:

    Me ha encantado!!!
    Cuando estaba embarazada de mi hijo (14m ahora) volví a ir al psicologo para que me ayudase en un problemilla que tengo des de hace años: El Perfecfionismo. Puede sonar pedante, pero básicamente es lo que cuentas en este artículo. Siento que siempre se me evalua y lo tengo que hacer todo bien. Siento que si fallo veré la cara de mi padre decepcionado porque he llevado un 7 a casa y no un 9. Y la niña que tengo dentro temerá no ser amada. E igual que tú cuentas, desplazo ese juicio a jefes, parejas, amigos (da igual hombres o mujeres).
    Cuando me di cuenta me plantee educar totalmente diferente a mi hijo, y aprender con él a amarme con mis defectos. En eso estamos!
    Tu has puesto palabras sabias a lo que sentía. Mil gracias por verlo tan claro y compartirlo! 😉

    • Sara Nima says:

      Ohhh.. ¡Muchas gracias Cristina! Me alegro mucho que lo que escribo ayude a otras personas a sentirse acompañadas y comprendidas… eso es mi objetivo! A parte de que esto de escribir es una terapia para mí, y me encanta :))
      Pues si, tal como dices, la ayuda terapéutica es muy útil para ir desvelando y sanando todos esos enredos del pasado… y me encanta tu frase «aprender con él a amarme con mis defectos». ¡He descubierto que eso es lo más importante! Me aprendo a amar…¡por mi hija!
      Un abrazo y muchas gracias por tu comentario. <3 Sara

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