La educación respetuosa no sirve para nada

La educación respetuosa no sirve para nada La iluminación me alcanzó como un rayo caído del cielo. Que fácil y lógico parecía todo cuando solo trabajaba de acompañante (educadora) en un proyecto de educación libre y respetuosa. Y cuánta grandeza, profundidad y dificultad ha ganado ahora que soy madre.

La educación respetuosa no sirve para nada,
si no la aplicas contigo misma.

Zasca.

He hecho formaciones, después prácticas, y luego he aplicado lo aprendido en mi trabajo. Las diferentes maneras de hablar y de actuar siguen unas reglas lógicas y se sitúan en el tiempo y el espacio. Las he aplicado como un nuevo idioma aprendido. Todo tenía sentido. Sentía que era la manera de relacionarme con los niños y las niñas que encajaba para mí.

Los niños aprenden con el ejemplo.

A temprana edad, los adultos de referencia – especialmente los padres, pero también pueden ser abuelos, profesores y todos con los que un niño o niña crea un vínculo – lo son todo. Un ejemplo a seguir. Somos los que sabemos cómo va el mundo. Los guays. Los sabios. Y los niños y las niñas aprenden a relacionarse con el mundo interiorizando – haciéndolas suyas – nuestras maneras de relacionarnos. Somos su puerta de entrada a la vida, sus referentes, su punto de partida. Las neuronas espejo están muy activas y lo captan todo. Que miedo, ¿no?

Si te apetece leer más sobre las neuronas espejo, aquí te dejo un artículo interesante.

La educación tradicional o convencionalLa manera «tradicional» de educar

Desde lo que la mayoría de nosotras conocemos de nuestros padres y abuelos, sería así:

“Pero si yo le digo que no fume, que se alimente bien, que recoja su habitación.  Yo le enseño a hablar de forma respetuosa, a ser amable con sus amigos, a pedir perdón y decir gracias, buenos días y adiós… ¿porque no me hace caso?”

Porque no es tan fácil… Los niños y las niñas no interiorizan lo que decimos, aconsejamos, enseñamos. Esas neuronas espejo tan inteligentes reflejan nuestras actitudes y las emociones conectadas a ellas. Nuestra manera de actuar con los demás y – aquí lo que ha hecho explotar la bomba dentro mío – ¡con nosotros mismos!

¿Yo fumo?
¿Me alimento de forma sana?
¿Recojo mis cosas?
¿Hablo respetuosamente con mi pareja?
¿Me relaciono desde el amor?
¿Cuándo doy las gracias son sentidas?
Si digo lo siento, ¿lo siento de verdad?
¿Realmente le deseo un buen día a mi vecino, y q dios le acompañe?

La educación respetuosaLa educación respetuosa – ¿qué es?

Para mí,  a lo que llamo educación respetuosa es un paraguas que abarca todas las corrientes de educación que se basan en el respeto hacia el niño y la niña, hacia su desarrollo y el tiempo que necesita, hacia sus necesidades básicas y afectivas. Las que dan espacio para expresar sus emociones y las acompañan y confían en su autorregulación a todos los niveles. Las que saben que el juego es la única manera sana de aprender y preparan espacios y materiales para que este se pueda desplegar en todo su esplendor.

Aquí te dejo un link a una explicación un poco más amplia de las corrientes que mejor conozco, y que te pueden servir de inspiración si estás interesada en saber más:

¡Aquí sabemos respetar a los niños y las niñas!

Exacto. Y eso me encanta y me cautiva.
Vamos más allá del decir o “enseñar”. De hecho, no enseñamos en absoluto. Acompañamos con nuestra presencia, aceptamos las emociones, abrazamos  de corazón, damos espacio para que el juego se extienda con creatividad, en libertad.

He aprendido a hablar con respeto cuando comunico un límite a los niños y las niñas o para expresar mi desagrado. He aprendido a intervenir con tranquilidad cuando hay un conflicto entre ellos y ellas, con silencio y amor cuando una emoción se expresa con toda su fuerza. He entrenado mi paciencia para esperar a los niño y las niñas, para respetar su ritmo de recoger, de vestirse, se expresarse. Pero…

¿Me respeto a mi misma?¿Sé respetarme a mí misma?

¿Me hablo con respeto cuando he hecho algo “mal”?
(Si, utilizo esta palabra ¡porque en la relación conmigo misma existe!)
¿O me juzgo, me machaco, me culpo?

Los profesores de la formación en educación libre de La Caseta, en Barcelona – la recomiendo vivamente, por eso os dejo el link aquí –  ya saben que la única manera de que funcione es que los acompañantes nos miremos y crezcamos con ella. No es nada nuevo. Por eso es una formación vivencial. Con ella tenemos la oportunidad de entrar en nuestro interior, hablar con nuestra niña herida, sanarla, entenderla, respetarla, amarla… Solo así tendremos la capacidad de actuar de la misma manera con los niños y las niñas.
Irrisorio sería pensar que después de un año de formación está todo solucionado y aprendido.

Es un proceso largo y constante, ¡y eso me encanta!  Llevo 4 años trabajando de lo que más me gusta, y los aprendizajes profundos son un continuo. Pero solo después de ser madre, de tomar consciencia de la inmensa responsabilidad que comporta, de encontrarme con mi sombra, y de 10 meses de terapia he llegado al núcleo. Aquí, donde todo empieza: ser amable conmigo misma.

Me resulta fácil serlo con los niños. Me cuesta un poquito más esfuerzo con algunos adultos (en los que veo reflejado aquello que no me gusta de mí, pero eso es otro tema). ¡Y encuentro una resistencia del tamaño de una montaña cuando intento respetarme, ser amable conmigo misma!

¿Porque me cuesta tanto ser amable conmigo misma?

Soy mala, culpable y merezco castigoPorque en uno de mis rincones más profundos tengo la firme creencia que yo no valgo. Que soy mala, que soy basura. Si, escribo estas palabras tan duras porque es como me hablo en mi interior. La pequeña Sara, en algún momento, se ha convencido de que es culpable, que merece castigo, que lo hace todo mal.

Ahora no importa encontrar ese momento.

Puede haber sido un simple comentario “educativo” bien intencionado – de esos que evito con mi hija y con todos los niños y las niñas con las que me relaciono – , o algún acontecimiento de peso como la separación de mis padres, en el que mi Yo de 3 años, en su egocentrismo infantil, ha creído que es culpa suya… no importa. (Aunque no me guste del todo el lenguaje que utiliza, aquí te dejo una definición muy completa del término por sí te interesa)

Lo que sí importa es transformar esta creencia, ser amable conmigo, aunque haya esa resistencia, aunque me sienta ridícula al principio.

Porque quiero que mi hija aprenda de mis actos, a tratar los demás con respeto, sí. Pero por encima de todo lo demás, deseo que sepa respetarse a ella misma. Que el amor propio florezca dentro de ella y sea el combustible de su vida, la energía que transforme su pasaje por la Tierra en un paraíso…
¡Madre mía como la amo!
(Y a ti Sara, no te olvides)

¡¡¡Me amooooooo!!!

Porque suena tan… ¿absurdo?

Rumbo al amor propio
Voy a practicar, hasta que sea lo más normal de mi vida. Siento que el amor propio es indispensable para la felicidad. Que la falta de él es el origen de todos mis disgustos internos, de todas mis inseguridades, de la falta de alegría de vivir, de los pensamientos destructivos, del pánico a la falta de amor…

Por mi hija, con la fuerza del amor que siento por ella he llegado a la esencia. Por ella, me sano, por ella aprendo a que sea por mi… Para poder acompañarla con respeto, aprendo a acompañarme a mí misma. Infinitas gracias Lua Llum, ¡por escogerme como tu mamá!
¡Te amo hasta la luna y volver!

Si te apetece saber cómo voy logrando este cambio interno gigante, y si me quieres acompañar en este reto, sigue leyéndome en Cómo cuidarme cuidando a mi hija.
Sí tienes ganas de compartirlo, me encantaría saber por dónde anda tu amor propio, que haces para mimarte, qué opinas de todo esto… ¡tengo ganas de leerte!

6 comments

  1. judit says:

    Waw!! Se me ha puesto la piel de gallina al leerte! Tengo una nena de 2 años y es la cosa que mas amo en el mundo! Siempre he tratado de darle todo mi respeto y mi amor, pero siento que no me respeto y no me hago respetar… Tengo claro que es por experiencias de mi infancia, por como me trataban mis padres, hermanos y sobretodo en la escuela. Me doy cuenta de la responsabilidad que tenemos las mamás hacia nuestros hijos, en nuestra forma de hablar y actuar delante de muchas situaciones, pero cuando pasamos 24 horas al día cada día de la semana por 2 años y pico,… Pasamos por algún momento de locura y desesperación! Pero siempre trato de hacerle entender que no es su culpa, ni la mía, que es que estamos cansadas y lo mejor es calmarnos,…. Ahora hemos encontrado una escuela libre para ella! Y espero que empiece en setiembre y todo mejore!! Muchísimas gracias por compartir tu experiencia!

    • Sara says:

      ¡Hola Judit!
      Gracias por tu comentario tan bonito y sincero. Hasta ahora no te había respondido porque siento que tu comentario requiere una respuesta igual de elaborada, y como bien sabes, la vida de mami es una locura… Si, ¡ser madre nos empuja a la auto-revisión y sanación! Por nuestras hijas, lo hacemos todo, incluso lo más difícil de todo: mirar hacia dentro, reconocer, aceptar y cambiar lo que no nos gusta.
      ¡Qué bonito que le puedas explicar los «momentos de locura» de esa forma! Y muchas felicidades por la nueva etapa en la escuela libre 🙂
      ¡Gracias por leerme! Si te apetece, te puedes apuntar al RETO de autoestima/autocuidado que justo hemos empezado (más información en el post: Como cuidarme cuidando a mi hija). En tribu nos acompañamos y logramos superarnos, por nuestras/os hijas/os y… por nosotras mismas 😉
      Un abrazo, Sara Nima

  2. Àurea says:

    M’he sentit molt identificada en les teves paraules.
    M’allibera i m’acompanya conèixer altres dones i mares en aquest mateix procés que visc.
    Trobo que podries escriure un llibre amb totes aquestes entrades…m’inspiren molt!

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