Confianza, amor, descanso: Una lección de verano

Confianza, amor, descanso: Una lección de veranoEste verano tuve la oportunidad de aprender una gran lección. La vida me propuso un trabajo de verano, en una guardería (escola bressol), donde pude convivir durante un mes y medio con un grupo de personas maravillosas, cada una con su manera de educar o estar con los más pequeños. Y cada una diferente de la mía. Hasta ahora solo había trabajado en pequeños proyectos donde la línea de educación era claramente la educación viva o libre, y sobretodo, respetuosa. Donde todos actuamos más o menos igual. Porque nos gusta lo mismo:

Ese respeto por el ser del niño, y una mirada hacia nuestro niño interno, a la vez.

La oportunidad de aprendizaje en un lugar donde todos piensan diferente, es enorme. Me di cuenta que es muy fácil ser respetuoso con los que piensan igual que yo. Y es un reto que hizo colapsar mi mente, permitir la idea de que está bien que haya diferentes maneras de hacer… de que no se acaba el mundo cuando la gente no actúa de forma “correcta”, esa etiqueta puesta por mi mente… De que posiblemente el correcto/falso con que interpreta el mundo es subjetivo…

Que no hay ninguna guerra para ganar, nada a que defender, nadie a quien salvar…que todo está bien como esta.

La vida me puso una ayudante. Una persona que me indicó el camino, con sus palabras, su sabiduría. Que colocó la flecha en la dirección deseada. La directora de esa escuela fue un ángel en mi maestría. ¡Gracias!
De todo esto nació este escrito, hace unos días, que quiero compartir contigo:


Todavía no está claro. Borroso, difuso. Se está formando algo nuevo en mi. Poco a poco, desde que deje lugar a una idea peligrosa para mi mente, sanadora para mi ser…

Una nueva concepción de vida, un nuevo desde donde vivir.

Confianza, amor, descanso…

Confianza en que todo está bien, todo tiene un sentido. Que no hay nada para reparar, nadie a quien salvar. Mi vida, y todas las vidas, siguen un camino enlazado, en harmonía. Más allá del bien y del mal. Más allá del sufrimiento, de la injusticia, del dolor… más allá está todo bien. Todo está como debe estar.

Y para mi también hay un lugar. Un lugar desde el cual puedo vivir como quiera, equivocarme, cambiar, llorar y evolucionar, porque todo está contemplado. Todo aceptado.

Ocupar mi lugar sin lucha. Dejar ser a los demás como son. Sin necesidad de cambiar a nadie. Con compasión. Comprensión, ternura.

¡Tan peligrosa es esta idea! Confianza, amor, descanso…
Dejar atrás una vida de lucha, de juicio, de separación. Mi mente se volvió loca. Reforzó las barreras, juntó a los ejércitos. ¡Peligro de muerte!

Le dejé un tiempo. Se desmoronó mi vida. La miré como desmontaba todas mis fuentes de amor y felicidad. La seguí mirando, con paciencia. Sin poder hacer nada para evitarlo y a la vez, sin dejar abrumar-me por sus historias. Toqué hondo, y empecé a subir. Como siempre.

Ahora, lentamente, hay espacio para instaurar las nuevas ideas. Para quitar las barreras de protección. Para experimentar eso nuevo… de confiar en el gran misterio y vivir mi propósito. Compartir desde el amor y la compasión, no desde la intranquilidad y del enfado. Ese pensamiento que causa tanto sufrimiento, que hay que arreglar el mundo, que algo no está bien, que los otros tienen que cambiar, que no lo entienden que causan sufrimiento..

Más allá de todo eso, el misterio, el amor…

Amor y dolor en aceptar que lo soy todo. Desde lo más adorable a lo más odioso. Como duele aceptar mi sombra. Y si, la amo, ¡Dios como amo a cada rincón de mi ser! Cada niña herida guardada en mi personalidad, ¡El mecanismo del ego en sí! Todo lo acepto, entiendo, amo… y duele, duele a la vez, no huir más del dolor. Amar el dolor, estar en presencia.

Dolor y amor, amor y dolor,
gira y torna a girar.
De uno al otro, no hay distancia.
Intensidad…

El camino de la plena consciencia es revelador. Es brutal. Y es amor. Para valientes. Y todos lo somos. Porque el sufrimiento más grande es la no aceptación de eso que duele

Cuando lo acepto también duele. Pero duele menos. Porque lleva un manto de amor. Y entonces, poco a poco, se libera, se transforma, me devuelve el amor.

Descanso…. Por fin puedo descansar. Parar de luchar. De huir, de defenderme, de criticar.
Descansar y sostenerme. Descansar y reír. Descansar y disfrutar.

Es un misterio.
No se puede entender.
Ahora sé que está.
Y puedo confiar.
Todo a su tiempo.
¡Qué maravilla!

Todo fluye, no hay manera de que me pueda equivocar.


Ya echaba de menos un post de estos profundos, sin más sentido que el compartir mi mundo interior, con el único propósito de chocar con alguien con un mundo parecido, provocar un suspiro de alivio, una sensación de compañía…
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Gracias por leerme, y hasta martes el que viene!
Un abrazo de corazón,

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